Sentido de Urgencia

Gracias a Dios, después de la pandemia aún tengo la fortuna de trabajar desde casa, la mayor parte del tiempo. 

Un viernes cualquiera estaba en el estudio de mi casa atendiendo la agenda habitual del día a día y mi teléfono advirtió un nuevo mensaje. Al revisar era Camilo, un amiguito del colegio de Santi (mi hijo de alma y corazón), quien ahora cursaba el grado séptimo sin mayor preocupación. Era Santi usando el teléfono de su amigo.
-Papi tengo partido de intercursos y olvidé mi uniforme y los guayos.
-Hijo sabes que estoy trabajando y es bastante complejo ir al colegio en este momento. A qué hora tienes el partido?
-En el descanso de las 9:45 a.m. por favor papi es muy importante.

Mi reloj marcaba las 9:00 a.m. y estaba a punto de iniciar una reunión virtual que duraba hasta las 10:00 a.m. y posiblemente se extendería por el nivel de importancia de los temas a tratar.

-Hijo si era tan importante debiste llevar tus cosas, estoy ocupado. Resuelvelo.
-Ya tengo uniforme, me prestaron unos guayos pero me quedan chiquitos.
-Resuelvelo.

La reunión inició sin contratiempos, avanzamos en los temas, abordamos la agenda y al cerrar la sesión mi reloj marcaba las 9:30 a.m. En una fracción de segundo puse en una tula: el uniforme, los guayos y las medias de futbol de Santi. Puse las llaves de mi motocicleta en el bolsillo, agarré mi billetera y el celular.

-Hijo Dios te quiere mucho, voy para allá.
-Gracias papi te espero en la puerta del colegio.
-Me debes una hijo, te amo.
-Yo también te amo pa.

Me tomó cinco minutos llegar al colegio, son aproximadamente tres kilómetros. Entregué a Santi la tula y mirándolo con ojos incriminatorios (cerrándolos un poco y negando con la cabeza) me despedí.

-Chao papi espero que metas muchos goles
-Gracias papi te amo!

Al regresar a mi estudio habían trascurrido once minutos. Aún tenía tiempo antes de la próxima reunión. Sentado en mi silla de oficina, ordenaba un tanto el trabajo del día y me percaté que estábamos en agosto. 

Introspectivamente me daba cuenta que, hacía ya un año vivíamos con los niños en este cálido municipio y justamente hace un año había abandonado abruptamente una reunión muy importante. Cuando tuve que salir corriendo para el colegio de Santi pues el innombrable había logrado ingresar al plantel educativo y despedía amenazas y vociferaba a diestra y siniestra.

Recordé que entonces me había tomado cinco minutos llegar al colegio aún deteniendome en una estación de policía en el trayecto. (Lectura recomendada "El Innombrable").

Al analizar las dos situaciones ocurridas me daba cuenta del sentido de urgencia en cada una de ellas. En la primera, acudía a Santi para que cumpliera con su anhelado y muy importante compromiso futbolistico y en la segunda, acudía a Santi para librarlo de una amenaza contra su vida.

Gracias a Dios hoy gozamos de una tranquilidad que nos permite priorizar el sentido de urgencia de los acontesimientos del día. A tal punto que, para algunos carecerán de importancia, como puede ser el futbol y para nosotros significa vivir en paz.



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